martes, 27 de noviembre de 2007
Señores y Señoras
Tras una interesante conversación con mi estimada y querida colega Sra. Señora, me complace informarle que valoramos mucho su osadía de vislumbrar las transmisiones neuronales del ser femenino y reconocemos su hábil capacidad de sobre vivencia dentro de las inundaciones irracionales que pasan por los canales cerebrales de nuestra mente tan perfecta. No es común encontrar seres masculinos que sepan nadar en el flujo de nuestros pensamientos siguiendo cirtas corrientes racionales compartidas.
Bienamada Srta. Señorita,
Nada más lejos de mis intenciones que discutir o cuestionar sus aserciones (Sra. Señora, desde luego) referentes a mi humilde y discutible capacidad de observar y perorar asomándome peligrosamente al abismo insondable que constituye la mente femenina, pero es mi obligación como caballero discutirle esta capacidad, puesto que suelo naufragar en tales profundidades, como atestigua mi habitual impericia en mi trato con usted, o el reciente episodio con la bella Sra. Señora, a la que no arranqué más de cinco leves minutos de atención. No dispongo de más recursos que los que me proporciona mi condición masculina, y aunque mi experiencia me lleve a observar ciertos fenómenos y establecer afortunadas relaciones causales entre ellos y las bellas líneas del rostro femenino, mis aciertos no son menos azarosos que las bellos giros acrobáticos que ejecutan las hojas de los árboles en su lánguida extinción otoñal.
lunes, 26 de noviembre de 2007
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Encore une nuit, une de celles éternellement repetées et jamais pareilles.
Encore ta voix, une de celles continuellement écoutées et jamais ennuyantes.
Douces, tellement douces.
domingo, 4 de noviembre de 2007
Aprire la finestra di notte, sorridere per sedurlo, tenere gli occhi semichiusi per vedere luce nel buio, lasciare all’umiditá il piacere di sdraiarsi sulla pelle, annusare la pesantezza dell’aria, ascoltare il concerto di grilli insonni, respirare l’odore di erba da poco tagliata, sentire le narici irritate dal freddo, permettere a viziosi profumi notturni di invadere la camera dei sogni e fare tutto ció in segreto per non svegliare la gelosia di chi mi possiede. Vidi l’ombra del suo profilo delinearsi sul muro, non so se mi stesse spiando in quel momento però una scossa di adrenalina mi scese lungo le gambe. Indietreggiai di due passi senza girare le spalle, sollevai il mento e mi abbandonai alla lussuria del vento che da minuti si diceva impaziente d’incontrarmi; batteva i balconi e fischiava feroce, accondiscesi per non alimentarne la furia quindi sentii un intenso flusso accarezzarmi le gote prima e prendermi la mano poi.